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               Matrix Revolutions 
                 
              mucho arroz 
                para tan poco pollo  
              La peña estaba deseosa de conocer 
                el final de esta saga que los hermanos Wachowski han logrado equiparar 
                a "Star Wars". Y más deseosa después de las comidas de tarro que 
                nos habían obligado a realizar tras "Matrix Reloaded", por culpa 
                de Juan "El Arquitecto" Pardo y otros elementos indeseables.  
              La película es una mierda. 
                Así sin más. Pero me pagan por palabra, así que me extiendo. Las 
                cosas pasan porque sí. Empezando por la niña hindú, que dice que 
                es un programa. ¿Lo qué? ¿La calculadora de Windows? ¿El 
                plugin del Media Player? Probablemente el controlador de errores 
                porque su única finalidad en la película es tocar los cojones. 
                 
              Se repiten personajes de la entrega 
                anterior, como Merovingio, el francés al que le insertaron 
                una palo de fregona por el culo cuando era pequeño. Pero 
                ya no es lo mismo. ¿Por qué se tira una parrafada sobre causalidad, 
                objetivos y recetas de percebes a la cosquera si luego 
                lo arreglan todo a hostias? 
               Neo y Trini se 
                gustan  
              Smith sigue ocultando su conjuntivitis 
                crónica y riéndose solo, el oráculo cambia el skin (a los 
                Warchovski les hizo gracia que se muriera la anterior actriz y 
                se pasan todo el film recondándonoslo), Morpheo pone cara de oler 
                a pedo y Trinity... bueno, no os decimos que Trinity se muere 
                porque os joderíamos el final. Y luego está Neo Redentor, que 
                vela por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestro 
                formateo, amén, Jesús. Gracias. El hombre que tenía rayos 
                equis en los ojos. Dan ganas de meterse un cable de 500 voltios 
                en los ojos para flipar con los colorines. 
               En fin, un absurdo. Si hasta lo 
                de la paz con las máquinas, que es la mejor idea del film, 
                se resuelve con el culo. Seguro que es una tregua trampa de las 
                máquinas, pero pasa así, sin más. Neo se presenta como embajador 
                plenipotenciario ante un robot que forma una cara 
                humana (¿Para qué?, ¡si esta invidente profundo!). Pero este no 
                llega ni al Michael Collins de Sion. (O Zion. O como coño se escriba 
                el nombre de la topera esa.) Y todo por culpa de 
                los Wachowski. Joder, si no se os ocurría nada haberos fugado 
                con la pasta de la productora a Suiza y nadie habría salido herido. 
                  
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                - Actualizado el 05-12-03 
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