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               Auto Timo 
              Ya podían inventar la auto-palangana. 
                Pero no: sigue siendo necesario un imbécil que acarree 
                pasillo arriba y pasillo abajo el maldito trasto. Es el glamour. 
                Se puede sustituir al funcionario que te matricula o al empleado 
                de banca que te entrega el resguardo. Nadie les echará 
                en falta. No tienen el encanto de un esclavo en una casa 
                de placer. No sé si me explico. ¿Qué falta 
                nos hacían esos toscos empleados de gasolineras? Ninguna. 
                Además, los quinquis les atracaban al anochecer. Mejor 
                que cada uno se ponga su combustible, y si te equivocas de grifo, 
                te jodes tú solito el coche.  
              Sin embargo, un buen palanganero 
                marca la diferencia. El derroche en el servicio inclina la balanza 
                hacia la calidad. La gente ante una máquina expendedora, 
                matriculadora o lavadora siempre parece lo mismo: un ratón 
                de laboratorio apretando una palanca. En cambio, saber que alguien 
                de carne y hueso te atiende te hace parecer otra cosa. En ciertos 
                negocios nada puede sustituir al trato directo. Bien lo 
                sabe la madam que me insiste en ello. "Ponte en lugar del 
                cliente, Joseba." "Averigua qué desea el cliente, 
                Joseba." "Sé todo sonrisa, Joseba." No te 
                jode. 
              Es por ello que a veces quisiera 
                ser un pedazo de plástico y circuitos. Tragar tarjetas 
                y escupir billetes con chirridos y tener un enchufe metido 
                en el culo. Vería a la gente como lo que son: ratas de 
                laboratorio. 
               
              
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                - Joseba Bosso es palanganero en un burdel 
                Actualizado el 03-09-04 
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