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               Cada cosa en 
                su sitio 
              Los intereses inmediatos no deben 
                hacer olvidar que el papel higiénico responde a una función 
                social. La policía también. Cuando el frío barre los músicos callejeros 
                de las avenidas con señorío, los pies negros recogen sus flautas 
                y deciden volver a casa después de perder el autobús. La gente 
                se mueve. No lo dudes. Cada vez más, llegan a las costas 
                y las fronteras los expulsados para caer en manos de algún reportaje 
                dominical bien intencionado. Trasiego de gentes nuevas o de siempre. 
                Nómadas que rascan la loto sin mucha convicción. Para haberse 
                matado en cualquier curva chunga.  
              Qué suerte haber nacido a este lado 
                del paralelo o del meridiano o del accidente geográfico: 
                sea estrecho, mar, monte, río, prado, desierto o istmo. Pero qué 
                alegría ver las fotos de hace cincuenta años con todos 
                esos piojillos desfilando todavía por los cráneos. Qué infinita 
                felicidad agarrarse el triponcín entre sonrisas y descubrir 
                las mecánicas de las cosas. Protesta con cuidado, que formas 
                parte del tinglado. ¿O acaso ibas a compartir tú algo de seda, 
                o de boniato? A que no. No te sientas mal. Es lo que hay.  
              Un paso al frente, caragüevo. 
                Un paso al frente con tu bandeja de metal y tu cara de crítica 
                comedida. La pitanza te espera de nuevo. Todos somos humanos y 
                todos necesitamos ayuda. Ayuda humanitaria. ¿Quién te paga? 
                 
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                - Actualizado el 01-10-03 
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