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               Qué depresión 
                da la revisión  
               Los despachos hablan de sus 
                ocupantes. Pilas de papel para reciclar. Antes, la paciencia. 
                Ahí esperas. Miras. Remiras. Buscas la distracción, el dato. Moscas 
                no hay todavía. Sólo buitres. Ahí están las listas colgadas 
                en la puerta, de las que pende tu vida como una morcilla fresca 
                en la charcutería. Ahí está tu nombre junto a una calificación 
                no por merecida menos dolorosa. Inventiva. Morro. Despecho 
                y desesperación. Toca el pasillo. Toca la cola.  
              La vida es una sucesión de colas 
                y despachos. Los que están tras la mesa también hacen cola. Tú 
                pides la revisión de un examen y ellos piden la revisión de una 
                hipoteca o la palmadita del mono mayor. Ese mono, a su 
                vez, pedirá audiencia a un obispo, un subsecretario o a 
                una puta, según toque. Tendrá que esperar su turno. Todos a la 
                cola. La humanidad es una cola de monos que se huelen el 
                culo. Ve aprendiéndolo. ¿Te impresionan los despachos?. Siempre 
                hay otro más. Otro negociado. Otra cola. Otra revisión. Medio 
                punto no es nada. Medio punto lo es todo. Es cuestión de calcular 
                lo conveniente. Las puertas se abren y se cierran. La multitud 
                crece.  
              Crece el gentío a las puertas. 
                Cae el invierno y no se acaba la cola de mierda. Van llegando 
                más que esperan tener su despacho y alguien que venga a 
                hacer cola a su puerta. Ser algo en la vida. Puedes ser 
                una colilla, por ejemplo. O un casquillo. Pero habrá que ir tirando. 
                ¿Será suficiente con presentar un trabajo?.  
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                - Actualizado el 03-02-03 
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