Torretorial
No preocuparse por el 11 de septiembre.
Mientras haya bares, la civilización occidental estará a salvo. Macerada
en su propio jugo. Pendiente del televisor y de que caiga algo. Aunque
sea un avión. O dos. Da igual que sea cafecito carajero, pausa de media mañana
o aperitivo dominguero. Los bares aguantan. El bar es la trinchera, el
refugio nuclear, la torre de control, el campo del honor y del olor. Catarsis
de etanoles variados. "¡Otra
ronda!". Muchas personas no recordarán con quién estaban, pero seguro que sí recordarán
en qué bar estaban. En la tele: corresponsales, bomberos, muertos y heridos.
Políticos, asesores, tertulianos y presentadores. Manifestaciones, talibanes,
barras y estrellas. A la salud de los difuntos y de los vivos. El muerto al hoyo
y el vivo al bollo. Gresca tabernaria. Arreglando el mundo. Pies fríos
y cabeza caliente. Sólo tememos una cosa: que el cielo se caiga sobre nuestras
cabezas. Pero eso no va a pasar aquí, en el bar. Nadie estrellará un avión sobre
la tortilla de patatas y los pinchos de jamón. ¡No faltaba más!. Godzilla
pedirá una excedencia para aprender informática de gestión. Quizá el americano
medio se pregunte cómo es posible que su gobierno financiara, armara
y asesorara a los que ahora estrellan aviones sobre los Estados Unidos. Quizá
piense que los marines harán su trabajo. Para eso les pagan. Y
hablando de pagar: ¡Más color por el mismo precio!. Ni recesión ni ostias.
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- Actualizado el 02-10-01 |