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 Pufotorial Tiene 
barbas y se llama Gescartera. Ha nacido fuerte, robusto y lo llena todo. 
Pesa catorce, veinte o treinta mil kilos. Ni se sabe. Ha sobrevivido al verano 
y tiene pinta de sobrevivir al otoño. Tiene mérito. Bajo el palio del Euro 
entran obispos, monjas, beneméritos, policías, los del río, las del charco 
y demás fauna patria. Sin olvidarse del pequeño inversor, en su papel de monaguillo 
con derecho a sodomía. Se fió de un sitio de fiar porque la gente era fiable. 
La fe mueve montañas... de dinero.  Cuánta 
pupa y cuánta llaga ha causado Gescartera a España. Cuánto morbo da ver 
las monjas por la calle, con esos maletines negros de destripador. ¿A qué sucursal 
irán?. ¿Será negro, será blanco?. Qué mal rollo empieza a dar la palabra 
Oenegé. Lo que antes era rumor de pesebre y enchufe ahora es tufo a inversión 
y sobreinterés. Los niños que piden para el Domund llevarán escolta y emitirán 
recibís. Nada será igual después del verano del 2.001. Ni el pulpo, ni 
el Ribeiro, ni el Paseo de la Castellana, ni Génova (ciudad italiana y calle madrileña), 
ni las plazas de Barcelona. Verano de pasión. Semillero de berenjenas otoñales. 
 Se extinguen las fiestas y el salitre. 
Los días se acortan y los telediarios engordan. La pescadilla no estará 
sola. Se irán pelando las espaldas. Se perderá el bronceado como si fuera 
un legajo del juzgado de Marbella. El niño crecerá en organigramas, ramificaciones, 
participaciones, implicaciones y querencias.  ¡Qué 
rico el niño!.  © 
humorenlared.com - Actualizado el 03-09-01  |