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Extrañas manías

¿Por qué se casa la gente?

Dejando a parte el incontestable argumento de que, tal y como estan los sueldos, si no emparejamos un par de nóminas no hay manera de sobrevivir (y al paso que va la burra dentro de poco vamos a tener que legalizar la poligamia). El problema de la subsistencia y pagamento de vivienda se puede solventar mediante el arrejuntamiento, cual es mi caso. Entonces, ¿para qué se casa la gente?

Desde el punto de vista femenino, la respuesta es clara y el artículo no da mucho de sí: nos casamos para que al macho le sea más difícil abandonar el nido y, en caso de empeñarse en abandonarlo, que se joda y tenga que empeñar hasta los calzoncillos para asegurarnos el sustento a nosotras. Obvio.

Y es que el sistema del amontone no da tal seguridad: a mí nadie me asegura que el fulano con el que comparto lecho y gastos cualquier día no agarre la nómina y si te he visto no me acuerdo. Otro abogado le cantaría si consiguiese matrimoniar: medio piso para mí, medio coche para mí, media nómina suya para mí. Eso sin críos! Que con críos: piso entero para mí, coche entero para mí, media nómina para mí y cuarto y mitad para mi niño. ¡Olé el negocio! ¡Me río yo de los fondos de inversión!

Mal negocio

Encima, la cosa tiene una función disuasoria de lo más útil, porque claro, con la mierda que le queda al divorciado ya me dirás quién es la tonta que intenta quitarte el marido! O qué marido gilipollas se arriesga a perder el 75% de su capital social por irse con una marrana! (¡Oh!, qué plan tan estupendamente trazado! ...permitidme que me regodee unos instantes... detrás de todo esto tiene que haber una mujer que legisla o mece la cuna o crea el universo, si no, no se explica tanta perfección...)

© humorenlared.com - Actualizado el 20-06-03

Más, en el nº 49 de KARMA dice: Ya en tu punto de venta