Portada del nº 30

Torretorial

No preocuparse por el 11 de septiembre. Mientras haya bares, la civilización occidental estará a salvo. Macerada en su propio jugo. Pendiente del televisor y de que caiga algo. Aunque sea un avión. O dos. Da igual que sea cafecito carajero, pausa de media mañana o aperitivo dominguero. Los bares aguantan. El bar es la trinchera, el refugio nuclear, la torre de control, el campo del honor y del olor. Catarsis de etanoles variados.

"¡Otra ronda!". Muchas personas no recordarán con quién estaban, pero seguro que sí recordarán en qué bar estaban. En la tele: corresponsales, bomberos, muertos y heridos. Políticos, asesores, tertulianos y presentadores. Manifestaciones, talibanes, barras y estrellas. A la salud de los difuntos y de los vivos. El muerto al hoyo y el vivo al bollo. Gresca tabernaria. Arreglando el mundo. Pies fríos y cabeza caliente. Sólo tememos una cosa: que el cielo se caiga sobre nuestras cabezas. Pero eso no va a pasar aquí, en el bar. Nadie estrellará un avión sobre la tortilla de patatas y los pinchos de jamón. ¡No faltaba más!.

Godzilla pedirá una excedencia para aprender informática de gestión. Quizá el americano medio se pregunte cómo es posible que su gobierno financiara, armara y asesorara a los que ahora estrellan aviones sobre los Estados Unidos. Quizá piense que los marines harán su trabajo. Para eso les pagan.

Y hablando de pagar: ¡Más color por el mismo precio!. Ni recesión ni ostias.

© humorenlared.com - Actualizado el 02-10-01